María Lazzaro

Comunicadora creativa especializada en comunicación consciente y positiva

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Observar, comprender y transformar. Los 3 pilares de la comunicación consciente

La raíz etimológica de la palabra comunicar proviene del latín communicare, que significa compartir.

Cuando comunicamos, podemos transmitir información de muy diversa índole; bien sea una historia, noticia, opinión… Pero más allá de eso, la pregunta que hoy te hago es: ¿Desde dónde compartes esa información?

¿Te ha pasado alguna vez que has leído un libro y no has conectado con la trama? ¿Has asistido a una charla y el mensaje que transmitía el orador no te ha llegado? A veces, esta circunstancia tiene mucho que ver con la pregunta que te acabo de plantear.

Cuando una persona comunica una idea, puede hacerlo desde diferentes “sitios” o, para que me entiendas mejor, de varias “maneras”. Bien sea en modo “automático”, recitando el mismo discurso una y otra vez, sin darle ritmo o entonación, haciéndolo para sí mismo, sin adaptar el mensaje al resto de personas, o comunicando sin emoción. En todos estos casos, el resultado suele ser que las palabras compartidas, están vacías o carentes de significado, y, consecuentemente, no llegan al receptor deseado.

Llegados a este punto, aquí entra la diferenciación de dos palabras clave: conciencia y consciencia.

Consciencia vs conciencia

Consciencia, comúnmente se confunde con su casi homóloga: conciencia. Pero no significan lo mismo. La conciencia, según la RAE hace referencia al conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios.

Es decir, la conciencia vendría siendo un principio moral según el cual valoramos la realidad que nos rodea.

Ser consciente, por el contrario, no tiene nada que ver con una regla ética, sino que se refiere a un estado del ser mediante el cual percibimos el mundo a través de un ejercicio de atención plena, escucha activa y empatía.

Por ello, la comunicación consciente es aquella que nace de la observación de un hecho o realidad buscando su comprensión, para solo entonces, ser compartida con el propósito de transformarla y hacer que su mensaje trascienda.

Para que esto finalmente tenga lugar, existen 3 pasos fundamentales que yo denomino “los pilares de la comunicación consciente”.

Primer paso: Observar para comprender.

Bajo mi punto de vista, el primer acto imprescindible de toda comunicación parte de una observación atenta y reflexiva. Porque, si no observamos lo que vemos, nos resultará imposible llegar a comprenderlo.

Existen muchas maneras de contemplar la realidad, me encantaría decirte que lo ideal sería percibirla sin ningún juicio, pero te estaría mintiendo, pues nosotros ya somos un filtro andante que interpreta el mundo y todo lo que nos rodea a través de nuestras creencias, pensamientos y emociones.

Por lo tanto, lo que veas “ahí fuera” será siempre un reflejo de aquello que tú quieras ver. No obstante, esto no supone un impedimento para que puedas comprenderlo.

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Te pondré un ejemplo para que estas ideas te sean más sencillas de asimilar. Imagina una escena familiar en la que un padre está sentado en la mesa con su hijo. Ambos están conversando mientras su mujer les lleva los platos, cubiertos y comida a la mesa. Mientras todo esto sucede, ninguno de los dos se mueve de su sitio.

Esta situación puede ser percibida de muchas maneras en función de la persona que la observe. Por ejemplo, una mujer que comparte una ideología feminista, probablemente vea la escena y piense que tanto el padre como el hijo se están aprovechando de la madre, al no ayudarle a servir la cena y quedarse sentados mirando. Por tanto, dicha observadora, verá en este escenario, un acto que calificará de negativo o reprobable.

Si la misma situación es percibida por un niño o una niña, ambos verán una escena familiar en la que mamá les brinda la cena con amor, mientras conversan con papá sobre cómo les ha ido el día.

Y, si incluimos la visión de otra persona, en este caso la de un hombre acostumbrado a que sus padres se comporten de dicha manera en el hogar, es bastante posible que para él sea una escena de lo más natural a la que no dará demasiada importancia.

¿Cuál de estas tres visiones sería la más acertada?

Podríamos pensar que la primera, no obstante, ninguna lo es, porque están condicionadas por la forma de percibir de cada persona.

Sin embargo, si seguimos observando a dicha familia, al día siguiente veremos que es el padre quien prepara la cena para su mujer e hijo, y así, van cambiando los roles noche tras noche.

En este sentido, si solo contemplamos una parte de esta realidad, percibiéndola en base a nuestras creencias, nos perderemos la libertad de llegar a comprenderla.

Segundo paso: Comprender para comunicar.

La mejora de la comprensión tiene dos fines: primero, nuestro propio aumento de conocimiento; en segundo lugar, para permitirnos entregar ese conocimiento a otros. John Locke.

A estas alturas, ya te habrás dado cuenta de que me fascina conocer la raíz etimológica de las palabras y recurro a ella siempre que necesito descifrar el origen de cada término.

La palabra «comprender» viene del latín comprehendere y significa «entender lo que sucede o lo que se ha dicho».

Particularmente, me gusta más usar el término comprehender porque implica un mayor énfasis en sí mismo, una segunda vuelta de tuerca.

Los seres humanos podemos comprender muchas cosas, pero seguiremos sin comprehenderlas, ya que, el segundo termino conlleva implícito un ejercicio de empatía y aceptación hacia aquello que vemos y, a veces, difiere de nuestra forma de pensar.

La comprehensión va ligada a un hecho o una persona, e implica en sí misma una liberación. Te pondré un ejemplo para entiendas mejor de qué estoy hablando.

Ponte en el caso de que uno de tus compañeros o compañeras de trabajo nunca reconoce sus errores cuando se equivoca, y atribuye su responsabilidad a los otros miembros del equipo. Puede que al principio esta situación te cree una enorme frustración, y es normal, pero puedes decidir ver más allá del hecho en sí, para finalmente comprehenderlo.

Y dirás, vale todo esto suena muy bonito María, pero… ¿Cómo lo hago? Estamos hablando de comunicación, ¿no? ¿O es que solo crees que comunicarse va de escribir artículos y redactar notas de prensa? La comunicación necesita de su praxis, y qué mejor manera de honrarla que haciéndolo con las personas que tenemos cerca.

De esta manera, es importante entender que probablemente esa persona tenga pánico a cometer errores, tanto que crea que si se equivoca no es válido. Al entenderlo, pasamos de la primera observación: “vaya caradura e irresponsable” a la comprehensión: “vale, ahora entiendo que no hay egoísmo por su parte, sino un gran miedo”.

Y solo atravesando este paso, te comunicarás de manera consciente.

Tercer paso: Comunicar para transformar.

Hasta ahora, hemos hablado sobre la manera en la que nos comunicamos, pero no hay que olvidar que todo acto de entrega persigue en sí mismo un propósito. Por ello, te invito a que te preguntes: ¿Qué estoy dando cuando comunico? ¿Para qué lo estoy haciendo?

Porque aquí es cuando consciencia y comunicación se fusionan para compartir a través de palabras, imágenes, notas, etc. un hecho o una realidad, mostrando sus diferentes puntos de vista y generando acciones transformadoras.

Porque el sabio de Benjamin Franklin ya lo dijo una vez: Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.

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En be shared podemos ayudarte a crear y consolidar una comunicación consciente que recoja los valores y la dimensión humana de tu empresa.

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Estoy segura de que si te preguntase cuál es el nombre del río principal de Suiza, probablemente no lo sabrías, sin embargo, seguro que te acuerdas de la famosa fábula de La liebre y la tortuga que de pequeño solían narrarte, de alguna de las obras de Walt Disney, o de cómo acabó la última temporada de La Casa de Papel en Netflix.

Nuestro cerebro lleva desde el principio de los tiempos aprendiendo ideas y conceptos a través de la narración de historias. Prueba de ello son los cientos de bocetos y pinturas rupestres con las que nuestros antepasados plasmaban las impresiones que tenían sobre el mundo que les rodeaba.

Estos dibujos pasaron a cobrar vida a través de las palabras, cuando los miembros de una tribu se reunían en torno a la hoguera para compartir los conocimientos que habían aprendido de generación en generación.

El deseo de preservar y compartir el conocimiento colectivo, fue el motivo que nos llevó a dar constancia de estas historias por escrito. La Biblia y otros libros ponen de manifiesto hasta qué punto un relato puede convertirse en el sistema de creencias de un gran número de personas.

En definitiva, las narraciones nos ayudan a que, los mensajes que queremos comunicar, sean entendidos y asimilados por nuestro público. Pero… ¿por qué transmitir una idea a través de una narración marca la diferencia hasta el punto de ser escuchada o ignorada? La respuesta es muy sencilla, más de lo que te imaginas.

Hay tres componentes que juegan un papel fundamental en nuestro afán por descubrir el final de una película o si el mítico Luke Skywalker acaba de una vez por todas con su pariente Darth Vader.

Y, déjame decirte, que ya los conoces, puesto que están en ti.

Curiosidad, la reina de todas las estrategias

“La curiosidad es el impulso humano que oscila entre lo grosero y lo sublime. Lleva a escuchar detrás de las puertas o a descubrir América”- José María Eça de Queirós.

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El deseo de intriga está reflejado en nuestro ADN desde que salimos de la caverna de Platón, es más, yo diría que fue lo que nos llevó a elegir la luz exterior frente a la oscuridad cavernaria.

Por lo tanto, la curiosidad es la responsable de que pases una noche entera leyendo un libro, o mirando una pantalla de televisión, hasta que por fin sabes qué le ocurre a la famosa banda del profesor cuando decide atracar el banco de España.

Emoción, la artesana de los recuerdos

Siguiendo con el ejemplo anterior, habrás visto en los últimos años el furor que ha causado la conocida serie: La Casa de Papel, llegando incluso algunas personas a llevar la famosa máscara de Dalí, símbolo del grupo, por las calles de la ciudad.

Si no sabes de lo que te hablo, el contexto que voy a explicar a continuación, te ayudará a entenderlo. Los directores de la serie, no solamente crearon una trama de acción e intriga, sino que consiguieron que los espectadores se sintiesen identificados con los personajes a través de un vínculo, que ni todos los datos del mundo conseguirían generar. Y a eso se le llama: conexión emocional.

Las historias nos permiten entender mejor las ideas, puesto que conectan con nuestras emociones. Y el cerebro solamente recuerda aquello que le emociona. Los seres humanos fabricamos recuerdos cuando los dotamos de emoción.

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Y sino, haz la prueba, seguro que recuerdas el nacimiento de tu primer hijo, el día de tu boda… sin embargo, probablemente no recuerdes qué estabas haciendo hoy hace un año. Los recuerdos se configuran en nuestra mente para conformar así nuestra identidad.

Acción. Las palabras crean realidad

Todo pensamiento que surge en tu mente desencadena una emoción y, esta a su vez, te invita a actuar de una manera determinada. Por tanto, cuando narras una historia, estás transmitiendo un mensaje que va a generar una acción en las personas que lo escuchen.

Quizás hasta ahora no eras consciente de ello, pero, a través del arte más antiguo de todos los tiempos, tienes la posibilidad no solo de contar una historia, sino de hacerla real.

La pregunta es: ¿qué llamada a la acción quieres desencadenar en tu público con la idea que estás comunicando?

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Los 7 imprescindibles de toda historia

1. Construye una trama con la que tu público se identifique.

Cuando el espectador se siente identificado con una historia o personaje, se despierta en él un sentimiento de unión o propósito compartido, generando un vínculo emocional entre él y la narración.

2. Asegúrate de que, a través de tu relato, se resuelve el conflicto del público al que te diriges.

Para ello, es importante que estudies las características de tu audiencia y te pongas literalmente en sus zapatos. ¿Qué les emociona? ¿A qué le tienen miedo? ¿Cuáles son sus principales valores?…

3. Añádele una pizca de humor.

La risa es el lenguaje universal por excelencia. Recuerda que, al final, todos somos personas, y necesitamos relativizar los problemas que vivimos en el día a día, para ello, la mejor herramienta es el humor. Además, las neuronas espejo juegan a tu favor, pues está comprobado por la ciencia que, si ves a un grupo de personas reírse, tú también acabarás haciéndolo.

4. Emociona y conmueve.

Ya hemos visto que las emociones son las encargadas de fabricar nuestros recuerdos, por lo tanto, si quieres que tu historia sea recordada, debes empezar a preguntarte qué siente tu público cuando comunicas tu mensaje.

5. Genera acciones transformadoras.

¿Recuerdas la película Una Cadena de Favores? En ella se comparte la idea de ayudar a tres personas en algo que no pueden lograr por sí mismas, para que luego ellas hagan lo mismo por otras, generando así una cadena de favores. Dicha historia fue la precursora de un movimiento de bondad que se extendió por todo el mundo. Incluso a día de hoy, es un referente de actuación para muchas personas.

6. Keep it simple.

A veces el mejor relato es el que no necesita de accesorios ni complementos. Por ello, es importante que lo que comuniques se entienda de manera directa y sencilla.

7. Transmite un mensaje que trascienda.

Ahora que ya conoces el poder del storytelling, úsalo no solo para comunicarte mejor con tu público, sino como herramienta con la que trasmitir mensajes que nos alienten, conmuevan, y sobre todo, generen en nosotros acciones transformadoras.

Porque las personas necesitamos de historias que nos recuerden lo que somos capaces de ser y hacer.

“Cuando las gotas de lluvia comiencen a caer, recuerda que tú eres el único que puede llenar el mundo de luz” -La Cenicienta, de Charles Perrault-.

En be shared podemos ayudarte a crear un relato que inspire y conmueva a tu público, con el que comunicar la filosofía de tu marca, y vender tus servicios o productos, de manera sutil y emocionante.