Marca Personal | Pablo Hernández

Marca Personal | Pablo Hernández

Marcas personales en zonas de guerra

El periodismo y la propaganda tienen su batalla en la invasión rusa de Ucrania. ¿Cómo se desarrolla la marca personal de los reporteros de guerra y de los usuarios de redes sociales en tierra de conflicto?

El conflicto bélico en Ucrania ha hecho que el foco mediático se mantenga en esta zona geográfica del planeta. Las cuestiones políticas, deportivas y sociales nacionales y locales han pasado completamente a un segundo plano. Basta con leer, ver y escuchar los medios de comunicación para atestiguar este hecho. Incluso la pandemia del COVID-19 parece una cuestión del pasado.

La mayoría de periódicos, televisiones y radios privadas pertenecen a los grandes conglomerados mediáticos. Estos se nutren de las mismas agencias de noticias y requieren los servicios de las mismas compañías de conexión por satélite para realizar sus coberturas. Por su parte, los medios públicos suelen, salvo contadas excepciones, contar las noticias según la línea ideológica del partido gobernante. En ambos casos, la línea de pensamiento se equipara.

Se han desplazado un alto volumen de periodistas a Ucrania y sus países limítrofes. Algunos son corresponsales en la zona y la mayoría de ellos son enviados especiales o freelance. Suele darse el caso de un mismo periodista que sobre el terreno redacta una crónica y toma fotos para un periódico español, narra la última hora para una radio argentina y realiza una conexión en directo para una televisión de habla hispana en los Estados Unidos.

Desarrollar la marca personal en redes sociales en zona de guerra

Internet ayuda a la difusión de contenidos minuto a minuto y gracias a plataformas sociales como Twitter, Instagram, Facebook, Telegram o YouTube los periodistas en zona de guerra pueden desarrollar su marca personal. Reporteros desplazados a Ucrania, Polonia, Moldavia, Rumanía y otras naciones involucradas en la invasión rusa se convierten en medios de comunicación por ellos mismos al narrar con tuits, fotos y breves vídeos lo que ven a su alrededor en su tránsito por calles bombardeadas, estaciones de tren saturadas de personas que huyen del terror o búnkeres desde los que se escuchan las explosiones.

Muchas personas en todo el mundo confían más en lo que cuenta un periodista en Twitter que lo que se puede leer en un diario digital. La marca personal se fortalece gracias a la transparencia, la lectura directa sin intermediarios y la interactividad con el reportero al que se puede dar un «me gusta» virtual o enviar un mensaje.

Desde hace años sigo las publicaciones que realiza el periodista Mikel Ayestarán. Habitualmente, este reportero realiza coberturas desde Oriente Medio. Días después de la invasión de Putin, Ayestarán llegó a Ucrania para narrar el conflicto para medios como la Radio Televisión Pública Vasca (EITB), el diario ABC y la cadena COPE, entre otros. Lo comparto por si sirve de recomendación.

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El mal llamado “periodismo ciudadano” copa los contenidos de las cadenas de televisión. Cualquier persona en Ucrania puede grabar hoy un vídeo con su teléfono móvil y publicarlo en sus redes. Estos ciudadanos refuerzan su marca personal en internet y así se convierten en referentes informativos por unas horas, por unos días o durante semanas. Los vídeos descargados de las redes sociales conforman las escaletas de informativos de televisión. ¿Por qué sucede esto? Porque es contenido gratis que los medios no pagan.

Un reportero de guerra exige un dinero a cambio de un texto, un audio o un vídeo. Es su oficio. Un ciudadano ucraniano bajo las bombas no exigirá -en condiciones normales-, una compensación económica. Se verá satisfecho por narrar su vivencia o ganar unos seguidores en la red social en la que comparte el contenido. Y ahí está el peligro de traspasar la línea que separa la información y la propaganda.

Véanse los casos de vídeos difundidos estos días por la prensa que habían sido grabados en anteriores conflictos en Ucrania o la falsa noticia que afirmaba que una miss se había unido a las tropas. Enlaces digitales que se difunden velozmente por lo exótico de su contenido y de sus titulares favorecedores del lamentable clickbait.

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Propaganda en el conflicto entre Rusia y Ucrania

Es innegable que el ejército ruso ha invadido Ucrania. Y también es innegable que tanto ucranianos como rusos han activado sus maquinarias de propaganda. Hace días pude ver un programa de la televisión rusa Russia Today (RT) -hoy censurada y bloqueada en Europa-, presentado por un español. Al verlo y escucharlo me llamó la atención lo tendencioso de sus palabras a favor de las decisiones de Vladimir Putin.

No había escuchado ese punto de vista, que era todo lo contrario a lo que decían los medios de comunicación occidentales. Era propaganda, sin duda. Como también hay propaganda en las televisiones de Europa y Estados Unidos. Por ejemplo, en la prensa europea vemos en bucle las mismas imágenes y los mismos mensajes. Muchos de ellos son narrados por tertulianos que primero hablan sobre la energía nuclear sin conocer la materia y, posteriormente, explican la belleza de una ciudad ucraniana que solamente han visto en Google Maps. No hay variedad de puntos de vista en los medios de comunicación. ¿Por qué hay un pensamiento único?

Como hace años dijo Hernán Zin, «cada vez que habla un tertuliano, muere un reportero». No es que fallezca literalmente y debamos ir al tanatorio. Se refiere a que el dinero que los medios pagan a los opinadores de plató podría ser destinado a corresponsales y enviados especiales a Ucrania. Y en este sentido, no podemos olvidar a David Beriain, que definía el periodismo como «salir, ir, ver, escuchar, retratar, grabar, apuntar, volver y contar».

¿Por qué no hay periodistas «empotrados» en los ejércitos ruso o ucraniano? Es algo que siempre hemos visto en Irak, Siria, Afganistán, Líbano o, incluso, Vietnam. Los vídeos que vemos sobre el ejército ruso llevan la marca de agua con el logotipo del ministerio de defensa de Putin. Los que vemos de los militares ucranianos o del presidente Zelenski están grabados con un smartphone. El contenido oficial es el que es compartido por los medios de comunicación, muchas veces sin contrastarlo.

¿Qué hacer para estar bien informado sobre la guerra en Ucrania?

Lo sensato sería que cada noticia que leemos, escuchamos o vemos incluyera varios puntos de vista, pero eso es utópico. Recomiendo leer y ver medios a favor de Ucrania y también a favor de Rusia. ¿Por qué no se puede ver RT y Sputnik en Europa, y tampoco Facebook y Twitter en Rusia? Para que exista un único discurso que manipule socialmente. El apagón mediático del hoy ya fallecido cuarto poder perjudica a la sociedad y -como afirman los modernos-, a la democracia.

Los reporteros sobre el terreno de guerra tienen un importante papel. Su marca personal en redes sociales está en auge y puede servir para ganar relevancia e integridad periodística o para ser una herramienta de propaganda a favor de intereses concretos. De ellos depende, teniendo siempre en cuenta el deber de llevar un sueldo a casa para poder servir un plato de lentejas en la mesa de la cocina.

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Hoy hay miles de fuentes informativas en decenas de plataformas que nos hablan de la invasión rusa de Ucrania. Leamos medios tradicionales en diferentes idiomas – ayudémonos de sistemas de traducción online- y blogs, escuchemos radios y podcasts, veamos la televisión y vídeos de YouTube, consultemos Telegram, Twitter, Facebook e incluso TikTok.

Como ciudadanos tenemos que hacer el ejercicio que debería hacer cualquier periodista: dudar. Dudemos. Dudemos de fotos, vídeos, opiniones y noticias. Dudemos del periodista al que nos gusta escuchar cuando nos cuenta las noticias. Dudemos incluso de los autoproclamados detectores de noticias falsas. Escuchemos las verdades y las mentiras de cada una de las dos partes y saquemos nuestra propia conclusión. Quizá no obtengamos la verdad plena pero nadie podrá decir que no estamos informados.

Pablo Hernández

Consultor de comunicación digital