Dicen que una coma lo cambia todo. Es posible. Pero ojo con la capacidad que tiene una preposición para situarnos en un escenario catártico inesperado. Véase sino el título de este artículo, que sostiene entre paréntesis la magia de toda buena comunicación.
Sucede que en los últimos tiempos se aconseja mucho aquello de que es necesario comunicar la esencia de tu marca. El público debe conocer tus valores y virtudes de una manera clara, directa y cercana para así alinearse con ellos e ir creando comunidad. Hasta aquí todo perfecto. Discurso aprendido, incluso aprehendido, aunque muchas veces no aplicado, ya que las palabras se las lleva el viento, que dice el refranero popular. Llegados a este punto, imagino que el lector debe pensar que voy a criticar esta tendencia actual tan esencial, nunca mejor dicho. Pero no, no lo haré, en parte. Porque solo la matizaré.
La buena comunicación, que en el fondo es la más creativa, y por ende efectiva, es aquella que no dice lo que es tu marca, sino que lo transmite. Por eso, para comunicar tu esencia, antes debes comunicar con ella. Bueno; antes, durante y después. Y es que los mejores mensajes se consiguen diciendo lo magnífico que uno es, pero sin decirlo. Porque en el caso de que sea cierto, ya te lo dirá tu público y así conseguirás que tu esencia se transmita de una manera bidireccional, dándole así un valor incalculable. Por eso, es importante que tu esencia se vehicule a través de un mensaje construido con ella, y no hablando directamente de ella.
¿Cómo transmitir mejor cuando comunico?
Para entenderlo mejor, pongamos un claro ejemplo cotidiano. Vuelves de un viaje en el que te lo has pasado de maravilla, y te preguntan cómo ha ido. Tú, algo cansado, respondes que “fantásticamente bien”. A priori, estás plasmando en palabras un resumen perfecto que no debe hacer dudar a tu interlocutor. Pero no olvides que los seres humanos no somos máquinas y, como tal, sentimos, razonamos e intuimos. Así que, seguramente, esas palabras no convenzan a la persona en cuestión y le surja la incertidumbre, uno de los peores enemigos de la comunicación. Por tanto, para despejar dudas sería más idónea la siguiente respuesta: “Pues ya me ves, agotado de tantas experiencias únicas e inexplicables”.
Incluso usando un término negativo como agotado, y ninguno excesivamente positivo, hemos conseguidos transmitir mejor la esencia del viaje que en la anterior respuesta. ¿Por qué? Porque en pocas palabras hemos positivizado una imagen que podía transmitir negatividad (el cansancio) y además no hemos abusado de términos típicos y tópicos (“fantásticamente bien” lo hemos cambiado por “únicas e inexplicables”). Consecuentemente, hemos transmitido un clima más real y que además puede llevar a nuestro público a interesarse mucho más por nosotros.
Si repasáis varias veces estos dos ejemplos, veréis que la diferencia radica en la esencia con la que hemos envuelto las palabras. A esa capacidad para transmitir lo que somos o sentimos, en vez de decirlo directamente. Porque en el fondo, comunicar con la esencia señala la diferencia entre una marca que cree en lo que vende o solo vende lo que cree. Por tanto, sugiero que no digáis lo que sois, sino que lo expreséis sin decirlo para que lo digan los otros. Inspirad respuestas, no las dirijáis.