Este 2020 quedará marcado en nuestra memoria. Pese a que vamos a leer, en los próximos días, mensajes en muchos foros deseando que acabe cuanto antes este año y que quede en el olvido, lo cierto es no será así. Su huella será profunda, y más pronto que tarde, conviene hacer balance y sacar fruto de la experiencia.
Como siempre y a pesar de lo vivido, quiero pensar en positivo. La experiencia nos ha concedido unos cuantos aprendizajes (puede que todavía no hayamos interiorizado muchos de ellos por falta de perspectiva), y no me resisto a comentarlos, siquiera brevemente, a modo de reflexión.
Trabajar en comunicación ha sido todo un reto. Hacer frente a una pandemia global que se está llevando consigo cientos de miles de vidas, que nos ha recluido en casa, que ha paralizado empresas y organizaciones y que ha impactado en nuestra psique -a menudo de forma considerable- no ha sido sencillo. Nadie estaba preparado y, sobre la marcha, hemos descubierto claves del mundo que queremos.
Las he resumido en cinco fundamentales:
- Hemos descubierto que cuando vienen mal dadas, las personas tienden a ser solidarias, sensibles y cooperativas.
Ahí han quedado desde los gestos simbólicos, como los aplausos en los balcones del confinamiento dirigidos a profesionales de la sanidad pública y las fuerzas de seguridad, hasta la solidaridad entre vecinos y vecinas, entre las propias empresas (haciendo mascarillas unas para otras o ayudándose en cuestiones de seguridad) o entre comunidades. Lo cual lleva implícito un mensaje de fondo, este mundo es más sencillo, amable y llevadero si lo vives en comunidad, y el espacio comunitario merece un respeto. El mundo post pandémico será cooperativo o no será. - Hemos aprendido que no hay que confundir lo urgente con lo importante.
En un mundo frenético e hiperactivo, con cientos de mensajes reproducidos al minuto en decenas de canales comunicativos, saber medir los tiempos ha sido un acierto. No se trataba, en plena época pandémica de comunicar más, sino de comunicar mejor. Mantener la calma, la serenidad, ser sensible, realista, aportar información veraz y equilibrada ha sido mejor recibida por las comunidades en un entorno de incertidumbre. En plena época de las fake news y la inmediatez, tomárselo con calma ha sido todo un acierto. Primero se reflexiona, luego se comunica. - Hemos aprendido que el mundo no es nuestro, sino que habitamos en él.
La sostenibilidad es trending, sí. Estamos de acuerdo en que solo por nombrarla no aparece, sino que exige inversión, recursos y convicción para que termine traduciéndose en hechos. Hay cientos de empresas haciendo greenwashing, es verdad, pero la exigencia de los colectivos es, también, un motor de cambio. Organizaciones de todo tipo se auto cuestionan e intentan incorporar a sus procesos productivos fórmulas que impliquen una mejor gestión de los recursos. El compromiso con la economía circular va filtrándose en grandes corporaciones y las pequeñas empresas emergentes ya la llevan insertas en su ADN. El mismo origen del virus nos lleva a un cuestionamiento de la relación del ser humano con el medio ambiente, el bienestar animal y el imperio de los mercados, y nos obliga a reflexionar sobre nuestro papel en el mundo. Las sociedades son mucho más frágiles de lo que creíamos y el equilibrio pasa, de forma inequívoca, por el respeto al medio que habitamos. - Hemos descubierto que echamos de menos los abrazos. Los eventos híbridos se impondrán.
Aunque el paisaje en redes sociales ha mutado y está lleno de webinars y encuentros digitales, no hay nada como la calidez y cercanía de un encuentro en carne y hueso. Nos podrá servir un tiempo, pero no a largo plazo. Si bien la época pandémica ha acelerado la digitalización en empresas, y ha obligado a las organizaciones a ser más creativas, los eventos híbridos están a la vuelta de la esquina. Eventos con menor aforo que puedan ser seguidos en streaming será la tónica en los próximos meses, si el impacto de las vacunas y la evolución de la crisis sanitaria lo permite. Necesitamos sentir el brillo de una mirada, escucharnos a viva voz o siquiera acompañarnos. - Hemos descubierto dónde está el corazón de las empresas: en su gente.
No ha habido comunicado más celebrado en las organizaciones, tanto a nivel interno como externo, que el que les da voz a sus equipos humanos. Las empresas son más veraces, creíbles y crean un mayor vínculo emocional con sus comunidades si las personas que la integran se convierten en protagonistas de su historia. Sin el esfuerzo de ellas, obviamente, no hubieran salido adelante, ni lo harán en el futuro. Crear esos espacios de expresión y colaboración será una clave para comunicar los valores compartidos en el futuro.