La era de la digitalización acarrea nuevos peligros y riesgos para las empresas a la hora de gestionar su identidad de marca en las plataformas digitales. En una época en la que una mala crítica o una opinión negativa en Internet puede destruir la reputación de una empresa o perjudicar gravemente la imagen de una compañía, es necesario saber cómo hacer frente a una de estas situaciones con un protocolo de actuación.
En 2003, el periodista de investigación Andrew Orlowski acuñó el término Google Bombing o Google Washing, para describir el uso de la manipulación mediática, con el fin de cambiar la percepción sobre un personaje público o marca en Internet. El columnista británico también describió el Google Bombing como una práctica poco ética para expulsar a la competencia de las páginas de resultados de los motores de búsqueda.
Si el Search Engine Optimization (SEO) ayuda a mejorar la posición de una página web en los buscadores y la enlaza con keywords relevantes, el Google Bombing es todo lo contrario. A través de complejos mecanismos llevados a cabo con el algoritmo de Google, tu nombre o el de tu empresa pueden verse de repente asociados con un concepto negativo capaz de dañar tu identidad digital.
Uno de los ejemplos más conocidos de la historia del Google Bombing fue la ofensiva virtual dirigida a George W. Bush en 2006. Al buscar los términos “miserable failure” o “fracaso miserable”, aparecían en las primeras posiciones de Google páginas web sobre el entonces presidente de Estados Unidos como, por ejemplo, su biografía o la página oficial del Gobierno.
El Google Bombing, una peligrosa arma para dañar tu reputación en la red
Uno de los usos más frecuentes del Google Bombing es la vinculación de una keyword con una persona o marca a través de los diferentes enlaces y páginas que componen su huella digital. Estas “bombas” son creadas a través de mecanismos de crowdsourcing en los que algunos webmasters y hackers especializados consiguen enlazar determinadas palabras clave con una web específica.
De esta forma, a lo largo de la historia de Internet se han desarrollado múltiples estrategias de Google Booming que han tratado de dañar la imagen de empresas y la marca personal de diferentes personajes públicos.
Incluso en 1999, años antes de que fuese reconocida esta nueva forma de “trolear”, el primer lugar de la búsqueda “more evil than Satan” (más diabólico que Satanás), estaba ocupado por la página web oficial de Microsoft.
El Google Bombing puede perjudicar gravemente el posicionamiento de una marca
En ocasiones, el Google Bombing también puede usarse para reducir la presencia digital de algunas páginas web en los motores de búsqueda. Puede ser utilizada como un arma para perjudicar gravemente a la competencia.
Por ejemplo, TrendHim, ecommerce de joyas y complementos, sufrió un ataque de este tipo por parte de sus competidores. Diversas marcas de su mismo sector lograron vincular su página web con palabras clave relacionadas con la pornografía.
Esta estrategia de “Link Bomb” afectó negativamente al posicionamiento orgánico (SEO) conseguido por TrendHim durante años, tanto que llegó a ser penalizada por Google. Su identidad digital así como el tráfico de su página web se vieron seriamente perjudicados por esta acción.
Otro caso real que contó con cierta repercusión mediática sucedió en el año 2011, cuando la compañía de dominios GoDaddy sufrió un ataque para ser eliminado del primer lugar de las búsquedas con las palabras “registro dominio”. Este caso de Google Bombing tuvo un elevado componente político, debido a que Go Daddy había apoyado abiertamente el Acta de Cese a la Piratería En Línea de Estados Unidos.
Google realiza cambios generales en su algoritmo para reducir estas prácticas
Aunque desde hace tiempo Google controla que no sucedan este tipo de malas prácticas realizando cambios en sus algoritmos de forma periódica, lo cierto es que políticos, famosos y empresas de todo el mundo siguen siendo víctimas de estas bombas virtuales.
Por este motivo, las compañías deben contar con el apoyo de agencias especializadas capaces de establecer estrategias de contingencia para paliar los efectos de estas agresiones virtuales. Asimismo, estos equipos pueden ayudar a las marcas a prevenir futuras crisis que afecten a su reputación y, por ende, a los resultados de su actividad comercial.
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