La crisis sanitaria que hemos vivido y padecido los últimos meses ha inaugurado una etapa en todos los ámbitos de la vida, de la que estamos aún valorando sus repercusiones. También en el ámbito de la comunicación corporativa y las relaciones entre personas y empresas.
Durante el mayor pico de la pandemia de la Covid-19, y a posteriori, las comunidades se han visto sensibilizadas y consideran, más que nunca, a las organizaciones como algo más que un ente corporativo. Las comunidades de usuarios se preocupan por cómo reaccionaban éstas ante la nueva coyuntura, cuáles son sus prioridades, urgencias y escala de valores.
Las empresas, cuyo rol ha trascendido al de una actividad comercial para establecerse como un agente social preocupado por el bienestar de sus equipos y de sus entornos, han ocupado positivamente la conversación. Han ganado prestigio y consideración social atendiendo a una sencilla razón: la crisis que nos ocupaba era de tal calado que solo con un esfuerzo compartido y capacidad de colaboración podía paliar sus efectos.
Ahí están las empresas que han confeccionado mascarillas, que han donado productos a colectivos vulnerables o que han reforzado su compromiso a medio y largo plazo con sus stakeholders, más allá de este momento de dificultad.
Los profesionales se establecen como los mejores embajadores de marca de cara al exterior
En el entorno online, las comunidades digitales han buscado identificarse con empresas valorando la cercanía y su comportamiento durante esta pandemia. Así, aquellas que aportaban valor a la sociedad y se preocupaban por aportar de manera constructiva soluciones, han conseguido un mayor engagement y han creado, sin saberlo, branding lovers.
En redes sociales como LinkedIn, Twitter o Instagram, las personas han monitorizado la rutina diaria de las empresas. El teletrabajo ha ocupado un primer plano en las actualizaciones de las organizaciones y usuarios; la vuelta a las oficinas se muestra como éxitos colectivos y la reactivación económica es un reto de todo el engranaje de una compañía.
Los usuarios han buscado voces reales y han comprobado la realidad más allá de comunicados oficiales o notas de prensa corporativas. Han valorado las voces de las personas que componen una compañía como una forma de acercarse a su verdadera idiosincrasia. En definitiva, han buscado a sus embajadores de marca para entender mejor a las empresas. Las organizaciones tienen en su equipo a las personas idóneas para transmitir su propósito, el espíritu y los valores.
En este contexto, se produce un fenómeno de retroalimentación natural, las empresas que forman a sus equipos para usar las redes sociales de forma más consciente y profesional, aprovechando todos los recursos disponibles, terminan comunicando a través de estos sus valores.
El compromiso de las compañías con las personas produce una mayor identificación de estas con la empresa, incrementa el sentimiento de pertenencia y provoca la necesidad de comunicarlo, convirtiéndose en un claro efecto win to win. Un miembro de un equipo al que se le ha proporcionado los recursos, formación y herramientas para comunicar, es un elemento que suscita el engagement con la comunidad y produce un reflejo fiel, transparente y adecuado de la vida en la empresa.
La nueva normalidad ha acelerado un proceso que ya estaba sucediendo y ahora adquiere una nueva dimensión: La voz de las personas son la voz de las organizaciones. La nueva normalidad nos lleva hacia los embajadores de marca.