Recientemente he terminado de leer una biografía de Alejandro Magno. Un volumen de esos que hace dos décadas regalaban cuando comprabas el periódico y que hasta entonces no había sacado de la estantería salvo para quitarle el polvo.
Alejandro era un tipo rudo y temido por sus enemigos y amado por sus seguidores y ejércitos. Él encabezaba las batallas, no como en la actualidad, que los líderes dirigen las contiendas desde una sala de reuniones y tomando un café de cápsula. La reputación de Alejandro era extensa en unos tiempos (año 300 y pico antes de Cristo) en que las redes solamente servían para sacar peces del agua y lo digital era lo relativo a la yema de los dedos.
Entre las páginas de la biografía escrita por la británica Mary Renault -que en paz descanse-, se recoge un párrafo que habla sobre la reputación del macedonio.
«Alejandro tomó sin prisa los pasos intermedios y no fatigó a sus hombres. Cuando al arribar al borde de la bahía los hizo formar en orden de batalla, no pronunció discursos. Cabalgó a lo largo de la línea, intercambió unas pocas palabras con los oficiales y singularizó a los hombres que con anterioridad habían combatido valientemente y mencionó sus hazañas. El hecho de que conociera por su nombre a varios miles de hombres era una de las armas secretas de Alejandro».
Quizá este pasaje de la historia tenga parte de leyenda pero es un buen ejemplo del que pueden aprender los directivos de cualquier empresa en la actualidad. Presentarse ante los empleados para que conozcan sus éxitos (y fracasos), sus buenas prácticas o sus hazañas ayuda a humanizar a los jefes y satisface la curiosidad de los trabajadores. ¿Cómo se puede materializar todo esto?
- Mantén una comunicación fluida con los empleados: LinkedIn es una buena opción para lograrlo. Compartir contenidos interesantes para los trabajadores de la empresa hará que no se sientan obligados a reaccionar a las publicaciones por ser el jefe el que las comparte, sino que den «me gusta» de verdad. El directivo puede delegar la gestión a un equipo que se encargue de los contenidos y de responder los mensajes.
- Intensifica la comunicación interna: Haz que el departamento de comunicación prepare un boletín para ser enviado de forma asidua a empleados, directivos y colaboradores. Así todos sabrán de todos y nadie se sentirá excluido. Muchas veces los empleados no leen los mensajes compartidos en las redes sociales de la empresa porque se publican mientras están en su jornada laboral. Ver un mensaje en el correo corporativo que resuma en un vistazo rápido la actualidad de la compañía es una ayuda.
- Presenta la actividad de los directivos de la empresa a través de la web corporativa: Incluye en el blog de la empresa entrevistas a directivos. A los empleados les puede ayudar saber más sobre sus jefes y conocer su día a día en proyectos concretos. Es una fuente de inspiración y un lugar para aspirar a ser mejor y encontrar referentes. Usa para ello los medios audiovisuales como los vídeos y los podcasts.
- Mézclate: Sin miedo. Preséntate a tus empleados no solo como un jefe detrás de la gran mesa del despacho sino como un líder que quiere trabajar con ellos para conseguir éxitos de manera conjunta. Esta acción motivará a los trabajadores y es sabido que una persona motivada en su tarea laboral hace mejor a una empresa.
- Sé de verdad: No vale mentir. De nada sirve mostrarse agradable en las redes sociales o en la web de la empresa y, mientras tanto, hacer la vida imposible a los empleados en el día a día. Cambia tu actitud, actúa en positivo y haz que nadie tenga sudores fríos el domingo por la tarde pensando en que el lunes se cruzará contigo en la oficina.
- Calma la vida: Nadie pide que estés muy activo en internet. Tienes que sacar la empresa adelante y para ello debes trabajar. Encarga a otras personas la tarea de redactar los contenidos y hacer las fotos que ilustrarán tus publicaciones en LinkedIn.
Lograr una buena reputación no es una tarea sencilla a no ser que seas Alejandro Magno y tu fama llegue hasta India gracias a lo que otros digan sobre ti. Pero piensa que Alejandro no tenía LinkedIn, ni web, ni cámara de fotos. Tenía personas a su alrededor que narraban y escribían su fama. En la época de la comunicación masiva, ¿hay alguien hoy que narre tu fama? ¡Hazlo tú! (o tu equipo).
La reputación del capitán Pete Maverick Mitchell
En los años 80 del pasado siglo XX la película Top Gun se hizo muy famosa y elevó a Tom Cruise a lo más alto como actor de cine de acción.
En verano de 2022 se estrenó una segunda parte de esta historia cinematográfica. Es una de las pocas películas que me ha hecho volver al cine y más hoy en día que existe un importante volumen de plataformas de vídeo que nos ancla al sofá de casa.
Tom Cruise, eterno capitán del ejército americano, es enviado a instruir a un grupo de pilotos que preparan una misión. Otra muestra más de Estados Unidos salvando al mundo en la gran pantalla. Muchos subestiman a Maverick -así se llama Cruise en la película- porque es mayor que los nuevos pilotos y por tanto de la «vieja guardia». Un aviador que debería estar ya retirado, sentado en un banco alimentando palomas en el estanque del parque de la ciudad.
La experiencia de Maverick rompe todo estereotipo cuando muestra su saber hacer, cuando vuela un avión carente de alta tecnología y rescata a otro piloto, o cuando ejecuta maniobras aéreas que no aparecen en ningún manual de vuelo sino que se ganan con la experiencia y el trabajo.
Son muchos los empleados que subestiman a los directivos porque no manejan la red social de moda o porque son altaneros en la relación laboral. A Tom Cruise le faltaron pocos minutos para presentar sus cartas sobre la mesa y lograr el éxito con la frase «no es el avión, es el piloto».
Parecía una persona distante a causa de los prejuicios que había en la mente de los jóvenes. Pero volar al lado de los otros pilotos ayudó a que estos ganasen confianza y la reputación que muchos creían desaparecida regresó rompiendo la barrera del sonido.
En un momento de la película, uno de los mandamases del ejército le dice a Cruise: «Maverick, los suyos van directos a la extinción», a lo que éste responde «Puede que sí… pero hoy no». La experiencia, la reputación y el know how no se extinguen. Hay que traer estás características y valores al primer plano del día a día. Humanizar la marca personal es sencillo pero hay que atreverse y estar dispuesto.
Tanto si eres un directivo como si gestionas el departamento de comunicación, marketing o recursos humanos de una empresa, activa hoy la reputación del equipo directivo. En be shared te ayudamos, contacta ahora con nosotros. Alejandro Magno y Maverick perduran y perdurarán. ¿Por qué tú no? ¡Comienza ya!